Nuestra vida nos puede parecer corta o larga dependiendo del
momento que vivamos, cuando somos niños, adolescentes o jóvenes sentimos que
tenemos mucho tiempo, es como si quisiéramos quemarlo rápido, todo es
trepidante, de prisa, probar, conocer, descubrir, crecer, al pasar la barrera
de los 25 todo empieza a sosegarse, ahora toca disfrutar, ya conocemos cosas,
hemos probado otras tantas, es la hora de saborear, deleitarse, explorar nuevos
territorios, volar hacia otros nidos.
Así, sin darnos cuenta nos vemos soplando
unas velas que indican que ya no somos tan jóvenes, que ya es hora de saber lo
que no queremos, porque lo que queremos, puede que terminemos nuestra vida sin
saberlo, es el momento de saborear los cuarenta y los cincuenta.
Ahora empieza de nuevo la carrera, pero esta vez al
contrario, el tiempo corre y nosotros luchamos para que vaya más lento, ahora
que nuestra vida se ha tornado tranquila, serena, donde disfrutamos las
pequeñeces, nuestros amigos son los que de verdad se han quedado, ya sabemos que es cierto el dicho de la belleza reside en
el interior porque la otra es efímera, hemos aprendido que amar no es poseer
sino compartir.................ahora vas tu, maldito calendario y nos haces la
jugarreta de dejar caer tus hojas a un ritmo vertiginoso.
La vida es una macabra y maravillosa experiencia, es
aprendizaje hasta el día en que volvemos a nuestra esencia y nos convertimos de
nuevo en energía, dispuesta a renovarse y vivir otra vez de nuevo, nos
graduamos muchas veces, una por vida.
Aunque ha veces sufra no me perdería por nada del mundo esta
increíble aventura y cuando me toque fundirme con el Universo, descansare para
volver renovada y con la ilusión que trae un bebe por vivir de nuevo.
Charo
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