HISTORIA DE DOMINGOS

Abrí los ojos y vislumbre sobre la pared un tenue rayo de luz amarillenta, casi imperceptible, pero agudizado por la oscuridad del resto, me levante de la cama y deslice las cortinas que cubrían la ventana, dejaron paso a un amanecer,  una vez que empuje suavemente el vano de la ventana, hizo que sintiera sobre el rostro el Saludo del Universo, cálido a la vez que refrescante.

En ese momento del día, es cuando más cerca me siento al TODO, ningún ruido que interfiera, la mente lúcida, solo dejarme llevar por los sentidos, sentir el cordón que me une a la VIDA y las raíces que me llevan a la tierra, momento de dar gracias por tanto como tengo, momento de encuentro con mi YO, ese que después durante el resto del día abandono un poco, y que haciendo pequeños paréntesis a lo largo de las horas, voy reencontrándome.


Los días de fiesta me gustan, precisamente por esa quietud que abraza nuestros pueblos y ciudades las primeras horas del día. Pasear por sus calles, sus campos, sus playas………….la gente aún duerme y todo parece vibrar de forma diferente, hasta el aire que se respira parece más limpio.


NAMASTE 


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