Nacer y morir, dos conceptos que forman parte de la misma línea,
sin embargo un nacimiento nos produce felicidad, así como una muerte nos sume
en una profunda tristeza.
Realmente duele separarse de alguien querido, el sentimiento
de desarraigo nos hace vivir con mucho pesar y negatividad la partida de ese
ser, si por el contrario, pudiéramos pensar que solo es una despedida de su
cuerpo, de la materia de la cual todos nos servimos para vivir en este planeta,
su esencia, su energía no va a desaparecer de nuestras vidas, siempre nos
acompañara.
Solo tendremos que
recordar a ese ser para sentirlo, esa es la mejor prueba de que sigue a nuestro
lado, su energía nunca desaparecerá, solo se transformara, y seguirá siendo parte
de un TODO, al que estamos conectados TODOS.
Ayer llego el momento de que abandonara su cuerpo, le toco
la suerte de sentirse libre, de volver a su esencia, de transformarse en lo que
todos somos, energía y luz.
Un recuerdo para el hombre que soñaba con vaqueros e indios,
seguro que alguna vez soñó con ser el Virginiano, montado en su Vespa celeste, con
su eterno Condal largo reposando en el cenicero, con una risa tan contagiosa
que hacía que todos termináramos riendo, con su baraja de cartas, enfrascado en sus largos solitarios, así lo recuerdo yo, vivió su vida como
el eligió, sin acatar normas ni ordenes, eso le hizo digno.
Charo.
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